lunes, 31 de agosto de 2009

Bajo un cielo estrellado

*Suenan las fanfarrias*

cough, cough (como se nota que estudio inglés, hasta la onomatopeya de la tos la he escrito en inglés XD)

Bueno, de una locura mía, comentada por mi amiga (también escritora) Débora, ha nacido la idea de convertir este cuento en algo más que eso (se llama novela ¬¬U)...

Y sin más preambulos, el primer capítulo...

Bajo un cielo estrellado

La noche la sorprendió apoyada en su ventana, un poco aturdida por el sueño interrumpido, con los miembros un tanto rígidos y doloridos debido a la mala postura, y su libro a punto de resbalar del alfeizar hacia la calle. Lo acomodó con suavidad y comenzó a estirar las piernas lentamente, sentía la cabeza pesada y lo atribuyó al sueño.

Por la ventana abierta penetró un frío viento que hizo tiritar su cuerpo, la época ameritaba tal temperatura, el otoño se convertía lentamente en invierno y era durante las noches que se hacía notar aún más. En cuanto la chica se dirigió a cerrar la ventana su mirada se desvió hacia la vereda, dónde un hombre alto se paseaba, al parecer buscando algo. Sin poder refrenar su instinto curioso gritó: -¿A quién busca señor?-

El hombre se giró buscando la ubicación de la voz, y sin lograrlo contestó -Mire, no puedo verle, pero busco a Emilia, si sabe dónde vive ¿me lo indicaría?-

La chica sonrió divertida por el marcado acento español del sujeto –Yo soy Emilia, aunque mi madre también lo es, y estoy detrás de usted en la ventana del segundo piso.-

El hombre se volteó hacia ella, y por un segundo a Emilia le pareció muy familiar “¿De dónde lo conozco?”, pensó.

-¡Si es usted Emilia Barra me doy por satisfecho!- le gritó el hombre sonriendo.

-¡Lo soy! ¿Y quién es usted?- inquirió la chica.

El hombre sonrió aún más y extrajo de su bolsillo una carta –Soy Xavier Aristegui, de España, y me has pedido que venga a por ti-

Emilia casi se cayó debido a la fuerte impresión, hace años, cuando aún estaba en el liceo se había enamorado de un compañero de su hermano, un chico español, pero este había tenido que regresar a su patria antes de que ella le revelara sus verdaderos sentimientos, así que cuando logró por fin reunir el valor suficiente para confesarse, escribió una carta en la que ponía “si tú también sientes algo por mi, no dudes en volver, estaré esperando en mi ventana… No importa el tiempo que pase…”

-¡Ha pasado mucho tiempo Xavier, la Emilia que buscas ya no existe!- le gritó por fin.

-¡He venido con la disposición de descubrir a cualquier Emilia!- dijo Xavier extendiendo sus brazos -¡Nadie podrá jurar que en 10 años no se cambia!, ¡Además sigues esperando en tu ventana!-

Tenía razón, ella había esperado, cada día de esos 10 años se había sentado junto a la ventana, como una chiquilla, desde que puso la carta en el buzón, desde que pensó en que él también podía amarla, bajo el cielo nuboso, estrellado, aunque lloviese o nevase, esperaba con el corazón en carne viva. Pero ahora que por fin había ocurrido era demasiado lindo para ser verdad.

-¿Y si bajo las escaleras y esto sólo ha sido una ilusión?- preguntó indecisa.

Xavier comenzó a cantar, suavemente una canción, que ella jamás había escuchado –“Aunque mis ojos se cierren de muerte, yo espero verte al morir la mañana…”- y fue elevando el tono cada vez más.

Emilia se lanzó hacia las escaleras siempre escuchando la voz lejana de Xavier, que continuaba cantando, pero cuando llegó a la entrada ya no escuchó nada más y se detuvo horrorizada, otras veces su corazón le había jugado este tipo de bromas, sintió que iba a explotar de la pena, pero esta vez si quería creer con todas sus fuerzas, puso la mano en el pomo de la puerta y lo giro ya sin respirar…

Afuera un confundido Xavier la miraba –Olvidé que seguía- mientras una extasiada Emilia saltaba a sus brazos loca de emoción bajo un cielo de otoño limpio y estrellado.

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