miércoles, 2 de septiembre de 2009

Capítulo II

Capítulo II

Volviendo a la realidad


El abrazo fue largo, pero pronto Emilia se sintió tonta colgada de Xavier de esa manera, había aceptado tan rápidamente su llegada tan de “príncipe azul” que no había escuchado a su cordura que la ponía sobre aviso “¡diez años pasaron y jamás me mandó ni una miserable carta!”, se apartó un poco acalorada y lo miró inquisitiva –diez años es mucho tiempo ¿No crees?-

-Me imagino que lo dices porque nunca respondí tu carta- le sonrió él.

“¿Qué comes que adivinas, muñeco?” pensó irónicamente ella, claro que hablaba de su negligencia en comunicarse… “Diez años, no una semana, no un mes… ¡Diez años!” –Las cosas ciertamente han cambiado desde que escribí esa carta, era una chiquilla de 14 años.-

Xavier retrocedió unos pocos pasos para verla mejor –Claro que has cambiado, te recordaba más alta, con gafas y el pelo muy largo-

Emilia se llevó la mano, instintivamente, al pelo, donde su corte “economizador” delataba despreocupación –Que te puedo decir, me gusta más mi nuevo estilo- suspiró.

De pronto la puerta de la casa se abrió y una mujer menudita se asomó, era la madre de Emilia, la señora se quedó mirando a su hija y al desconocido que parecían platicar en la vereda y se preguntó quién podría ser aquel joven, ya que su hija no solía ser muy sociable no le conocía amistades, y en sus 24 años jamás trajo un novio a casa a esas horas, bueno, a ninguna hora –Emilia, ¿No crees que es muy tarde para estar conversando en la calle y sobre todo con el frío que hace?- le preguntó curiosa por saber la identidad del galancete.

La chica volteó a ver a su madre y luego a mirar a Xavier, su madre claro que lo conocía, no por nada había alojado al chico varias veces cuando fue compañero de su hermano… -Mamá, ¿Te acuerdas de Xavier, el compañero de Pedro?-

La pobre mujer hizo un esfuerzo por recordar, tenía una vaga sensación de que lo conocía, pero no había sido capaz de relacionar al alegre muchachito del cabello negro con ese hombre que estaba casi frente a ella. –Claro que me acuerdo de ese chiquillo, pero se nota que los años pasan, casi no lo reconozco, ha cambiado un montón.-

-Sabes, Xavier, ¿Por qué no pasas un rato?- propuso Emilia.

El chico asintió ligeramente y ambos caminaron hacia la casa, la madre de Emilia entró primero y antes de que la pareja cruzara el umbral el hombre tomó suavemente la mano de la chica y le susurró al oído –llevo diez años esperando hacer esto.-