lunes, 29 de agosto de 2011

Twitter

Hace más de un año que utilizo Twitter, pero lentamente me voy dando cuenta de que me cuesta mucho acortar mis pensamientos a 140 carácteres, y aún así esperar decir algo inteligente en esa cantidad de símbolos.

Me sirve para recordarme que las personas no desean profundizar en las vidas de los personajes a quienes le dan "follow", o en buen castellano "siguen"; por lo tanto aquellas cortas frases deben ser reveladoras y entregar un mensaje que no sea fácil de olvidar. Con tal de ganar un "retwitteo", todo.

En cambio yo, me pongo a pensar cada una de las cosas que quiero escribir, y muchas veces me he arrepentido y simplemente he cerrado la página porque o lo que escribo no tiene sentido, o porque al acortarlo lo pierde por completo. Soy más díficil de lo que pensaba, y me he acomodado al blog más fácilmente. Pero aún así no puedo escribir con la fluidez con la que los pensamientos cruzan por mi mente, por lo general me arrepiento de lo que he escrito, lo borro, y me olvido por semanas de este pequeño espacio en la red que comparto con todo el mundo.

La vida sigue fluyendo mientras tanto, yo sigo aquí, mirando las puntas de mis zapatillas, blanqueadas una y otra vez, con mi sueño de ser profesora casi en el bolsillo, y con los deseos de escribir por fin mi novela, sea buena o mala. Todo con la epseranza de por fin terminar algo bien.

Twitter seguirá estando allí, y podré decir tantas estupideces como quiera en ese espacio. Aquí diré las verdades más largas, más poetizadas, más como soy yo misma, una floritura de la bipolaridad y los delirios de persecución. Una yo que todos creen conocer pero que nadie desea asilar.

viernes, 19 de agosto de 2011

Pensamientos del hambre

Es más de medianoche, y yo debería estar durmiendo, porque mañana (o hoy pero más tarde) 19 de Agosto, iré a hacerme mi examen de sangre, para comprobar el estado de mi condición (padezco de resistencia a la insulina).

Ha pasado casi un año desde que me hice el primer examen donde me morí de susto al ver los elevados índices de azúcar en mi sangre, y pensé "tengo diabetes, hasta aquí no más llegamos", pesaba 93 kilos, y el azúcar era mi desayuno, almuerzo y cena.

No tenía diabétes, pero si Resistencia a la insulina, la cual por más que la he leido y estudiado aún no comprendo del todo y no procederé a explicar... Pero aún así me asusté, y empecé el tratamiento. Adios Azúcar, adios sedentarismo, adios a muchas cosas que amaba comer.

Las primeras semanas fueron horribles, me quedaba dormida en todos lados, no tenía energías para nada, tomaba agua hasta por si acaso y orinaba ídem. Pero lentamente se fue notando el cambio. Un kilo cada semana, después dos kilos, tres... Luego ya se fue regulando, hasta llegar a los 17 kilos que ya he bajado, según el último control. Si bajo 8 kilos más tendría mi peso normal.

Pero a pesar de todo esto, no me preocupa el peso, me preocupa mi salud. En mi familia, la diabétes corre en la sangre, y yo como buena sedentaria soy la candidata número 1 para padecerla. Tengo miedo de quedar atada a algo así, pero bueno, mañana es el "día D" y ahí se verá. Yo voy con fe, con fe de que mi esfuerzo no ha sido en vano, y que el apoyo tampoco.

viernes, 5 de agosto de 2011

¿Qué pasa?

¿Qué pasa cuándo muere un ser querido? ¿Hemos de morir un poco con ellos también? ¿Muere el amor, el cariño, los buenos recuerdos? ¿Muere la esperanza de volverse a ver?

No lo sé, en estos momentos no tengo respuesta para estas interrogantes, y siento en mi corazón un hueco enorme y una opresión indescriptible, ha muerto mi abuelo, después de estar casi un mes conectado a un respirador artificial, inconsciente. Se fue para no sufrir más, dicen todos.

Fui a verlo un día, a la unidad de cuidados intensivos del hospital, es una imagen muy dolorosa, ver a una persona tan querida conectada a máquinas y con tubos amarrados a su boca. Todos sabíamos en ese momento que mi abuelo necesitaba descansar, salir de ese cuerpo que ahora era sólo una carga para él, pero aún así cuando ya llega el momento, lloras amargamente, porque dejar ir a un ser querido es lo más doloroso que puede ocurrir.

Me acuerdo que a principios de año, en Marzo más o menos un día que iba al trabajo me lo encontré en la calle y aún estando un poco lejos me dediqué a observarlo, había envejecido mucho de golpe, debido a que tuvieron que amputarle dos dedos de su pie por la diabétes que lo aquejaba llevaba un muleta para poder caminar, y cuando me acerqué casi no me reconoció, y yo lo abracé y le dije "te quiero mucho, abuelito. Cuídate por favor" Y tuve que seguir mi camino porque las obligaciones diarias me lo exigían. Ahora quisiera volver a ese día y decirle, "no te olvides de nosotros por favor." Antes de ingresar al hospital el día 10 de Julio mi abuelo no reconocía a nadie, ni a sus hijos y nietos, ni a sus yernos y nueras.

Murió ayer en la noche, mi tía nos llamó para avisarnos que estaba mal, mi papá y mi mamá salieron rápidamente para estar con él, pero no alcanzaron a llegar, mi mamá me dijo que aún estaba tibiecito. Yo sólo lo recuerdo frío, en esa sala de la UCI, donde las máquinas me decían que mi abuelo estaba muerto si las desconectaban de ellas.

Sé que está descansando ahora, pero me duele esta herida abierta en mi pecho. Son las 8 en punto de la mañana del Viernes 05 de Agosto de 2011, hoy he despertado sabiendo que mi abuelo ya no está entre nosotros, y quiero llorar porque me duele, pero no puedo hacerlo, porque todos a mi alrededor están siendo valientes y son prácticos al preocuparse de los trámites, de avisar a las personas que necesitan saber la noticia y a sus jefes porque no irán a trabajar. Yo quiero un abrazo y que alguien me acaricie la cabeza y me diga que todo estará bien, que mi abuelo descansa, que ya no hay más sufrimiento ni dolor para él.