viernes, 26 de marzo de 2010

No puedo decirte adios...

Cuando algo o alguien desaparece de nuestras vidas para siempre sin una razón aparente nos desacomoda, rompe el esquema que habíamos ensamblado con tanta dificultad, nos deja un vacío...

Así he vivido durante seis meses, desde que mi pequeño Bolita se marchó un 17 de Septiembre sin dejar rastros, sin razón aparente, después de casi 4 años de haberlo recogido casi muerto y haberlo amado como a un hijo.

Y aún hoy se me llenan los ojos de lágrimas cuando pienso en él, veo sus fotos, o ese video tan estúpido que hice con mi primer celular con cámara y que por el simple hecho de no tener a nadie que posea celular con infrarrojo no puedo rescatar (u.u), porque sigue presente en muchos de mis recuerdos, en su plato vacío, en la cama de mi hermano, en los ruidos de la ventana de mis papás a las tantas de la madrugada, su rogar en la puerta del baño para tomar agua, su no-maullido, su pelaje negro, sus ojos verdes, su odio por los niños (igual a su mami xD)... Todo lo que hizo sigue vivo en mi memoria...

Muchos me han dicho que ya lo olvide, que era sólo un animal, pero... ¿Cómo dejas ir un recuerdo que te dio tanta felicidad? ¿Cómo olvidas a alguien que has amado con todo tu corazón? Yo no puedo, es más, no quiero... Pienso que me quedaré con esta herida por un largo tiempo más, junto a las otras, que me recuerdan cuando escuecen que sigo viva, y que por mucho que tenga la apariencia dura que le muestro a todos, y esa sonrisa plástica en mi trabajo, soy capaz de amar, o al menos lo fui...

Si tan sólo fuera un poco más fácil...

Pero en resumidas cuentas no puedo decirle adios al recuerdo de mi pequeño gato, aunque me duela, es algo que amo, que odio, que me duele... Pero que me mantiene viva.

Donde quiera que estés, algún día volveremos a vernos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario