Hoy te dejé sentado en la entrada de nuestro adios, con los brazos caidos porque te vencí, y con los sueños hechos pedazos porque te alejé de mi lado sin razones aparentes.
Pero, hubo algo de lo que no te percataste, pensaste que yo era una loca por cortar las cosas a la mitad, por no admitir que me importaba mucho lo que tu y yo estábamos engendrando, no te diste cuenta del trasfondo de mis palabras... Ya que mientras te decía "suéltame", mi corazón gritaba "abrázame muy fuerte y no me dejes ir", porque al reirme en tu cara lloraba a mares por dentro, porque mi sangre hervía de impaciencia porque me besaras mientras mi semblante estaba estático y negativo frente a tus súplicas. Así, simplemente no supiste atender a las señales, y me dejaste ir.
Razones de sobra tuve para darme cuenta de lo poco que te importaba, porque aunque dijiste claramente "jamás dejaré de amarte", tus propios brazos me apartaban a un lado, y aunque gritabas que me amabas en tus silencios se oía claramente "Tu no eres nadie para deshacerte de alguien como yo."
De esa forma, en las frases no dichas, en los sentimientos no expresados, no fuiste tu el que se quedó vencido a la entrada del adios, fui yo la que se quedó atrás mientras tu cerrabas la puerta y decidías, aunque decías lo contrario, hacerme bolita como un papel y lanzarme a la basura de tu olvido.
Que agradable descubrimiento!
ResponderEliminarsi bien nunca he esperado menos, me es una grata sorpresa!
Saludos,
Pam
Awwww, que linda Pam
ResponderEliminarMe alegro que te gustara ^^